lunes, 14 de febrero de 2011

Hace siete años que me dabas la vida inclinada sobre mí, haciendo que el sol de tu ventana pintase mi vida de avellana al atravesar el filtro de tu pelo de zarzas y besos. Esos besos.

Hiciste que haya que estar loco para querer ser feliz. Qué triste me dejaste tirar el corazón al vertedero de tus calles, pero qué loco me mantuve convertido en piedra.

No la hubo mejor. Maldito día.