martes, 31 de agosto de 2010

Patatas

Imagina que te gusta comer patatas.

Y cada mes compras patatas. Y hay varias ofertas en el mercado. Y las patatas gustan tanto que se venden por bolsas. Hay bolsas de patatas de todos los tamaños: desde pequeñas bolsas de seis patatas hasta bolsas enormes de cincuenta patatas.

Imagina que hay meses en los que no te comes todas las patatas que has comprado en tu bolsa. Una lástima, qué se le va a hacer. No puedes ir al mercado a pedir que te devuelvan el dinero proporcional de tu bolsa por las patatas que no has consumido.

Imagina que hay meses en los que te comes hasta la última. ¿Estupendo, no? Estás maximizando el uso que le has dado a lo que te ha costado tu bolsa de patatas. Incluso es posible que necesites más patatas y a partir de ahora decidas comprar bolsas más grandes.

Ahora imagina que tu tendero te está cobrando el precio más abusivo y desorbitado de todo el planeta por las patatas que te vende. Y que, pese a que hay otros tenderos, todos los transportistas de patatas del mundo son suyos y es él quien impone los precios del mercado. Y que, además, quiere cobrar, y no al revés, a los agricultores que trabajan en sus respectivos patatales porque sus patatas viajen en sus estupendos camiones hasta las tiendas.

Por último, imagina que a tu tendero le da por seguir cobrando el precio habitual de sus bolsas de patatas a todos sus clientes que no gastan todas las patatas de sus bolsas, pero que a los que se las comen todas les va a agravar el precio de lo que, precisamente, han estado ya pagando hasta el momento.

¿Absurdo? No: TELEFÓNICA.



Si además os digo que sé lo que le cuesta al tendero un camión de patatas y en cuántas bolsas lo fracciona y luego os lo revende, os aseguro que es para descojonarse por no llorar.

Actualización: En mi caso tengo 6mb/s en casa. Eso son 15 terabytes de tráfico al mes. Teniendo en cuenta que tan sólo se me garantiza el 10%, lo dejaremos en 1.5 terabytes. Si ahora miro mi tráfico del mes pasado, veo que sólo he descargado/subido un total de 1.8 gigabytes. Uso 833 veces menos ancho de banda de lo que me garantizan, y 8330 veces menos de lo que en realidad pago.
Considerando que mi cuota actual de internet es de 50€/mes, ¿significa eso que TELEFÓNICA va a pasar a cobrarme 0.6 céntimos al mes por mi ADSL?

Euros contra fritos de maíz rancios a que no.

Lead me to your door

El Hombre Malo siempre dice que todos los discos de Heavy cumplen tres requisitos: Fondo negro, letras macarras y bicho en la carátula.

¡Y es que el cabrón lo clava!

lunes, 23 de agosto de 2010

Es que me han dibujado así.

Cuando tengo turno de tarde mi hora de entrada son las 14:00. Lo cual quiere decir que a eso de las 14:20 estoy saliendo del metro. Y normalmente me cruzo con la gente que sale de los estudios de Vértigo a comer en los restaurantes locales, de modo que a diario veo a todo el equipo de El Hormiguero salvo a Pablo Motos, que debe de ser alérgico a los simples mortales.

Es un programa que detesto, no lo soporto, y no soporto a Pablo Motos. Una vez un amigo dijo que Pablo Motos merecería morir ahogado en su propio vómito, pero a mí eso se me queda corto. Pablo Motos debería morir ahogado en MÍ propio vómito.
El caso es que me he encontrado a este tipo inflando las ruedas de la silla de este otro tipo en la gasolinera de la calle Alcalá, mientras ambos gritaban “¡Cuatro con dos!” y “¡vamos a explotar, mamón!” respectivamente. Me he quedado a ver si la profecía del segundo se cumplía, pero no ha habido suerte.
Pero todo esto me ha llevado a recordar los días en los que estuve trabajando con menosválidos.

*Efecto blur de ondas a lo flashback *

No creáis que mi buen corazón y compasión por los menos afortunados me llevó a pasar unos meses de mi vida trabajando con un montón de discapacitados, no. Yo necesitaba un ordenador nuevo y, por no adentrarme en el apasionante mundo del latrocinio, decidí buscarme un trabajo temporal. Irónicamente, acabé adentrándome de todas, todas.

Resulta que un par de “amigous” trabajaban en una asociación con discapacitados; rollo bolsa de trabajo y mediación con empresas, y me ofrecieron hacerme cargo de una pequeña sucursal. En realidad era un negocio de cupones que explotaba a la gente esta y que usaba deslealmente los números de los sorteos de la ONCE. Por aquel entonces aún no se podía decir que el negocio fuese ilegal, ya que las múltiples denuncias que acumulaban en la Haya aún no se habían resuelto, pero no era raro que la policía viniese de tanto en cuanto para requisar material informático y, por supuesto, cupones.

Los discapacitados psíquicos son gente extraordinaria, en la mayoría de los casos más humanos que cualquier persona “normal”. Sólo experimentar esto de primera mano ya valió la pena el verano que pasé en aquél puto cuchitril.
No obstante los discapacitados físicos suelen (suelen, remarquémoslo) ser gente frustrada e insoportable que sin ningún subterfugio o sutileza estarán dispuestos a perder el resto de su miserable vida si con ello consiguen tocarte los cojones.
Entre unos y otros conformaban un extraño grupo de criaturas que los viernes venían a verme para recoger los cupones de la nueva semana y devolver los que no habían conseguido colocar, y ya de paso se quedaban conmigo toda la puta tarde dando la tabarra (las cosas como son: en persona soy un ser extraordinariamente encantador y agradable que cae bien desde el primer momento, aunque ni yo mismo me lo explique a día de hoy).

Recuerdo especialmente con cariño a un muchacho con parálisis cerebral que tenía que hacer titánicos esfuerzos por mantener la apariencia humana. Es que, de lo contrario, su torso se truncaba, y sus brazos se elevaban mágicamente, como si todo él se retorciese. Un día no se le ocurrió otra cosa que traerse una playstation para enseñármela y, en medio de un combate a muerte en un juego de lucha, y dado que toda su concentración estaba puesta en el juego, su aspecto poco a poco se fue relajando hasta parecerse sorprendentemente a… ESTO.



Lógicamente el mote cayó rápidamente sobre él (por parte de sus compañeros, ojo, que yo soy cabrón pero no tanto).

No voy a abundar en los motes que se iban poniendo unos a otros, sólo diré que no pasó mucho tiempo hasta que alguien se dio cuenta de que yo era un calvo que se pasaba el día sentado en una silla y rodeado de mutantes.



Efectivamente: Duran i Lleida. A veces hasta echo de menos aquél verano…

viernes, 20 de agosto de 2010

Tienes que aprender a fabricar...

Dos alas para volar, dos ojos para llorar y una sonrisa para toda la vida.



ACTUALIZACIÓN:

A petición del señor Adrián, ampliamos este chorri-post.

martes, 10 de agosto de 2010

Salud

Leer la prensa en Agosto no está tan mal cuando te das un garbeo por algunas alternativas blogueras y comparas. Y es que, como bien dicen los ayatolás del mancheguismo surrealista, hijo de puta hay que decirlo más. Por cierto, y hablando de mala gente, que el otro día El Hombre Malo y Mr. Daine me acogieron en su opulenta morada para ver 'promesas del Este', peliculoncete estupendo para salvaje lucimiento del amigo Mortensen, que aprovecho para recomendarles a todos si no la vieron ya en su día.

Pero, pese a que a mi hacer el gilipollas me sale grátis, a lo que vengo. Hoy he de retractarme con respecto a Finalboss. Tras mis dos semanas de vacaciones, con descogorce de somier por uso y abuso, y breve visita a Vera (estupenda playa nudista donde todas miraban pero ninguna quería probar), aterricé el lunes pasado de nuevo en la mina, donde me sorprendió de lleno una reforma salvaje de la oficina en la que, por ahorrar costes, nos pusieron a toda la trinchera a mover muebles, tirar tabiques y reubicar puestos de trabajo (hazte informático, decían). Les ahorro los llantos y se lo sintetizo: cagamos raquetas. Y aún tenemos al instalador del suelo rondando con su Icarton para rematar algunas mierdas.

El caso es que Finalboss nos llevó a los cuatro mataos que nos hemos tragado el marronazo a comer el viernes al Txistu. Cierto es que aún con todo le habría salido más caro contratar una cuadrilla para hacer la reforma, pero tampoco es que estuviese obligado al convite, así que de corazón se lo agradezco.

Por cierto, lugar infecto de cien pavos el cubierto, que vive más de su fama de dar de comer a galácticos con mechas que de su cocina o bodega. Alguna botella de vino caliente, servicio deficiente y un feo espantoso cuando nos dijeron que al segundo copazo invitaba la casa y luego no. Cierto es que los copazos fueron aberrantes marmitas repletas de hielo y Hendrick's, que para cuando nos las habíamos tumbado eran ya las seis y media, pero un maître vale lo mismo que su palabra. Perfectamente lo habría cambiado por un Gaztelu (invitación con puro que, por cierto, algún día tendré que devolver a mi encantadora vecina del perro invisible, pero ese es otro tema).

Y que nadie me malinterprete: siempre defenderé que el auténtico gourmet es aquél que sabe comer por igual estrellas Michelín que un bocadillo en papel albal, pero ya voy teniendo una edad y pagar dinero por comer fuera de casa empieza a ser algo en lo que uno pone ciertas espectativas (aunque el dinero lo ponga la empresa, coño).

En fin, que los supervivientes empezamos a debatir si ir a visitar a los niños del ala terminal del hospital o si seguir bebiendo como los cerdos que somos y, efectivamente, estuvimos de juerga con los cetrinos niños calvos hasta las tantas de la madrugada partiéndonos el culo de la risa.

Tal y como están las cosas ahí fuera, está bien reconciliarte con tu trabajo de vez en cuando.

Por último y sin venir a cuento, y como creo que nunca os he dicho lo mucho que me gusta Zakk Wylde, aprovecho para decir que hoy saca disco después de tres años tocándose las barbas, así que si alguien me lo quiere regalar ya sabe.

martes, 3 de agosto de 2010

Desafío Beta: Por la derecha, como norma general.

¿Que necesita un buen desafío beta?

Esfuerzo, fuerza de voluntad, un objetivo, tiempo y una actividad con la que puedas, facilmente, segar vidas humanas.

Pues mi nuevo desafío beta lo tiene todo y más.

Me pienso sacar el carnet de conducir antes del 15 de octubre... ale.

Y el primer paso ha sido dado: HE APROBADO EL TEÓRICO:




Ahí lo pone: Rebilated P V, APTO.

Ahora solo queda salir a la calle con una máquina de una tonelada y media y esquivar a los peatones y al resto de vehículos hasta que apruebe... o mejor que lo hagan ellos ]:)


Seguiremos informando, BWAHAHAHAHAHAHAHAAHAAA.


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lunes, 2 de agosto de 2010

Corrida de todos



Cual espiga de trigo he de mecerme con el viento de la "actualidad", por lo que me veo impelido a cumplir con mi deber como español y dar mi asertiva y siempre bien ponderada opinión (tan sólo la modestia me separa de trascender como un ser perfecto) como si a alguien le interesara.

Rondaría yo los doce años cuando mi padre, al igual que mi abuelo hizo con él en su día, me llevó a conocer el esplendor de la fiesta taurina que ronda a San Isidro. Me gustaría alejarme de cualquier tópico pero, tal y como reza el dicho, es gracioso porque es cierto. Hombres de camisa abierta, pelo en pecho y cadena de oro, con ese ímpetu de "¡ole!" siempre con una mano en el bolsillo, y mujeronas cardadas con decoro a juego y gafas imposiblemente tintadas. Un innegable referente cultural en tan sólo la mera estampa de su presencia. Pasodoble, tabaco negro -cuando no directamente cigarros de dibujo animado-, sudor y perfumes empalagosos.

Reconozco que el animal impone. A lo largo de cientos de años cruzando especies, se han logrado bestias que quitan el hipo sólo con verlas mirar en tu dirección. Violentos, furiosos, rencorosos y estúpidos; animales que necesitan ser toreados, del mismo modo que un perro de presa necesita un ejercicio enérgico constante. Cualidades que hacen del toro de lidia un despropósito incapaz de sobrevivir por sí mismo, y sólo tener cualidades para soportar lo insoportable y embestir enérgicamente (con total ausencia de inteligencia o picardía) para mayor lucimiento del diestro: lo que algún iluminado tuvo la ideaza de definir como "bravura".

Pese al atuendo digno de una carroza en la marcha del orgullo gay, y esos ridículos sombreritos que parecen una suerte de orejas de ratón Mickey, existe una innegable belleza y adaptación al ver a los profesionales mover el capote. Eso no lo hace cualquiera. Basta con ver cómo el animal levanta la testa al pasar bajo la tela creyendo que va a encontrar a su víctima detrás, para que se te encojan los huevos con sólo imaginar lo apabullantemente espantoso que debe ser resultar empalado con esa mastodóntica osamenta.

Pese a hermoso, tras varios pases empieza a hacerse agobiante. "A este gilipollas lo van a matar", pensaba yo nervioso y preocupado, sin comprender cómo el resto de los asistentes no se daban cuenta y jaleaban al temerario inconsciente. Hace falta tener horchata por sangre para aguantar el tipo en el ruedo, sin duda. Eso sí, jamás me atrevería a llamarlo valor. Valor es otra cosa. Esto tiene más de estatus, de imprudencia y, muy probablemente, de dinero.

Y a partir de aquí todo fue a peor.

Las banderillas no se pegaban al lomo del animal con velcro precisamente. Se clavaban. Y ahí se quedaban, porque están hechas para que sea dificil que salgan pero, con los enérgicos movimientos del animal, al final alguna salía, con lo que eso conllevaba. Los costados del morlaco brillaban, y empezaban a surgir testimonios vermellones de la refriega en la arena.

Pasado un tiempo, el semblante del toro ya no daba miedo. Sus rasgos seguían siendo indiferentes e inexpresivos, pero su boca estaba abierta, su lengua se balanceaba, su respiración se entrecortaba, y sus ojos estaban cada vez más abiertos.

Sus cuartos renquearon una milésima de segundo, y la enfervorecida masa lo acusó con un murmullo. El animal ha de aguantar, dicen. Al parecer es lo que entienden por un rasgo de nobleza. De buen toro con carácter. Sinceramente, viendo a aquél animal el carácter que a mí me empezaba a asustar era el del primate embutido en mallas rosas y lentejuelas. Ya no me parecía un artista imprudente, y comenzaba a haber algo de metódico profesional en su actitud severa y determinada en la faena.

Claramente había ganado la refriega. El toro debía haber aprendido la lección, y el hombre triunfaba con gloria nuevamente sobre el medio y su entorno. Pero, aunque el resultado era claro, nadie estaba dispuesto a dejar pasar la ofensa que el toro cometió al nacer toro. Y acabó asomando el maldito acero.

Que nadie me confunda con un virtuoso amante de los animales. La vida de aquella bestia me preocupa lo mismo que la del mosquito que ayer por la noche maté de un cogotazo. Pero la diferencia es lo grotesco de su acto, la liturgia de lo infantilmente monstruoso. Una vulgar e innecesaria demostración de fuerza con la única finalidad de reunirse alrededor de un animal y celebrar, no ya su simple muerte, sino el propio umbral de su morboso y sangriento fin.

El arma se clavó y se oyó claramente cómo la propia vida del astado crujía de dentro a fuera. El toro, quieto, firme, en su sitio. Y la sangre comenzó a manar de su boca. Roja al principio, negra y espesa en pocos segundos. El olor de algo tan intrascendente como las vísceras del animal se unió al del vino, el sudor y el orín. El tabaco y las flores. Al sol y a la arena.

Salieron más a lanzar capotazos, y el toro murió tras una angustiosa eternidad que ya habría querido conseguir Mel Gibson para alguna de sus películas. Yo salí corriendo a echar hasta mi primera papilla, y aún a día de hoy sigo sin perdonarle a mi señor padre que me arrastrara a aquél rincón oscuro del alma humana.

Claro que esto se podrá tildar como mi percepción personal del arte y la fiesta. Quizá como un relato demagogo y capcioso. Pero lo que no se puede negar en un mero término de sí o no, es que la tauromaquia es un deliberado y celebrado acto de violencia sobre un ser vivo.

A partir de aquí, mi parecer sobre la prohibición de la fiesta: estoy en contra. De ambas. La prohibición específica de las corridas de toros me parece una chapuza enorme, y un movimiento muy poco inteligente y muy proclive a ser coloreado políticamente de muchas maneras, amén del estigma propio que tienen todas las prohibiciones.

En España el maltrato animal está tipificado, perseguido y criminalizado (hasta cierto punto, a mi parecer insuficiente, pero lo está). El problema radica en que existe una regla de excepción para esta ley: la fiesta. Tal cual. Si uno consigue que una cacería de gatos pase de ser clandestina a estar programada en los eventos lúdicos de cualquier ayuntamiento, pasará automaticamente a formar parte de la sacrosanta idiosincrasia cultural de la región. Esto, y no otra cosa, es lo que necesariamente hay que derogar. Y no se ha hecho. En su lugar se ha perpetrado una torpeza administrativa ideal para cebar las hogueras de lo más irreconciliable de la derecha mediática.

Por otra parte, todos los argumentos a favor de la preservación del primitivo ritual sin excepción son más que rebatibles. Desde la alusión a Goya, que también pintaba infanticidios caníbales, a la preservación del toro de lidia, que como especie ni si quiera se ha dado de forma natural, y como animal en peligro de extinción me resulta más urgente salvar al tigre asiático de Amur, que viene a pesar más o menos lo mismo, y que a buen seguro resulta infinitamente más divertido verle bregar con alguno de estos figurines de portada de revista rosa.

Misma opinión tengo de quienes matan a un toro a palos, de los que prenden teas en sus cuernos, apedrean gallinas en su cumpleaños, o lanzan cabras desde campanarios. Desde el famoso "juventudista" de los gatos al ínclito José Tomás, todos me parecen más merecedores de colaborar en cualquier sección de Javier Cárdenas antes que la mismísima Carmen de Mairena.

Maltratad a vuestra puta madre y dejad a los animales en paz, coño.

Por lo demás, como si hay quien paga por verlo...