miércoles, 29 de diciembre de 2010

Los Nazis eran buena gente

El otro día cenando con una amiga, hablando de cosas variadas (quien folla con quien, quien no lo tiene que saber, esas cosas) se mencionó de pasada el tema de Los Kikos, Camino Neocatecumenal para los amigos. Lo que opine yo sobre estos majaderos no viene a cuento, porque lo importante es el comentario casual sobre como un compañero de trabajo de mi amiga, muy majo, algo inocente para según que cosas pero esencialmente buena gente, era Kiko. Y yo la creo.

¿Por que no creerla? El título de este post no es irónico. No es que suscriba al 100% la noción marxista de la bondad inherente en el ser humano, pero si creo que la inmensa mayoría de la gente es buena. Con sus miserias, con sus cabronías, pero en lo fundamental compartimos una suerte de decencia que nos lleva a no hacer el mucho mal que somos capaces de hacer. Y también creo que la mayor parte de las putadas cotidianas se hacen con un buen motivo guiando al que las comete. O al menos tan bueno como su información y entendederas le alcancen. Podemos pensar que el pueblo alemán un día se levantó con el gen de triturar activado o podemos pensar que por diversos motivos, lo que hicieron era lo mas decente que creían poder hacer. Lo mejor no para ellos sino para todos, para el mundo.

Las buenas personas lo son porque pese a que todos tenemos ideas malísimas, crueles y malsanas (¿O solo me pasa a mi?) optan por no llevarlas a cabo. La gente es buena o no habríamos llegado tan lejos como muchos idiotas y cínicos se empeñan en negar que hemos hecho. Debería resultar obvio que una buena persona puede hacer mucho mal sin saberlo o creyendo obrar correctamente y que un verdadero hijo de puta puede pasar la vida entera sin darlo a conocer.

Esa idea parece ser difícil de interiorizar. Estamos acostumbrados a juzgar los actos y no las intenciones porque de los primeros podemos recabar pruebas y de las segundas solo conjeturas y opiniones. Un ejemplo; juzgamos al que comete asesinato como peor persona que al que se salta la cola del autobus o aparca en un paso de cebra. Y es cierto que el primer acto es mucho mas grave que los otros. Pero existen muchos motivos para matar a alguien, algunos justificados o incluso altruistas mientras que saltarse la cola del autobus solo tiene una posición ética de origen y es la de que te la sudan tus semejantes y tu conveniencia está por encima de otras consideraciones. Solo podemos conjeturar las motivaciones de un asesino y la posibilidad de que mate de nuevo. Un tío que se salta la cola del autobus, dada la relacción coste-beneficio adecuada, te matará si sabe que no le van a castigar y puede beneficiarse de ello. De existir la pena de muerte, adivinad a quien pienso que habría que matar antes.


Alguno estará preguntándose a donde voy a parar con todo esto o si este es un post de buen rollo escrito con la euforia navideña aun circulando por mis venas. Al grano.

La gente es buena. ¿Y qué?

La gente buena puede además ser idiota. O estar mal informada. O ser presa fácil de un líder carismático (que lo mismo es solo otra buena persona equivocada). O puede asumir que lo que percibe como malo es solo obra de hijos de puta. La incapacidad para contemplar la bonhomía del contrario es la raíz del mal a gran escala. Es el primer paso para deshumanizarlo y convertir todo acto hacia él en algo utilitario y no sujeto a ética. Si todos los fachas son unos hijos de puta, todo lo que joda a los fachas está bien. El error de sus actos los califica y los excluye de la necesaria consideración hacia nuestros semejantes, en un circulo que se retroalimenta, brindándonos el bonito espectáculo de gente buena sacándose los hígados en plena calle. Caer en esa falacia no descalifica nuestra calidad humana pero si nuestra inteligencia.

¿Estoy abogando por la paz? ¿Por la concordia, el entendimiento y la equidistancia? No, coño, no. Al contrario.

Si te crees en posesión de la verdad, lucha. Debate si de eso se trata. Divulga si sabes hacerlo. Mata, si se ha llegado a esos términos. Pero no olvides que quien está delante de ti es tan buena persona como puedas serlo tu, o mejor. Y luego clavale tu hipotética bayoneta en la tripa y sigue adelante. Y si no entiendes por que está precisión es importante, mejor no hagas nada.

Feliz Año.


lunes, 20 de diciembre de 2010

Ex-día del escepticismo

Llego por los pelos, aunque para cuando termine de escribir esto ya se me habrá pasado la fecha. Dado que he logrado engañar a mi jefe para que mañana me lleve al trabajo, voy a emplear estos pocos minutos que le he logrado robar al día para escribir algo sobre el escepticismo. Parece que hoy es el día mundial, o no sé qué mierdas, y hasta hay un eclipse lunar que no voy a ver, entre otras cosas porque llueve y no veo un carajo y porque además creo que sólo lo van a ver en el otro lado del mundo.

Fui víctima del sistema educativo. Supongo que como todos. Una educación reglada diseñada para disuadir a los niños y cargada de contenidos inútiles, perfecta para formar idiotas productivos. Por aquél entonces, al menos, más tirando a oficinistas que a triunfitos, eso sí.

Puede sonar a estupidez paranoide, pero eventualmente podéis comprobar vosotros mismos cómo un adulto contestará a un niño demasiado curioso que hace demasiadas preguntas. Preguntas que estamos diseñados para considerar absurdas, y que van desde el por qué el cielo es azul a por qué el agua apaga el fuego. Dudo que más de un 20% de la población adulta (siendo muy generoso y por no tirar de google) sean si quiera capaces de contestar estas cosas tan "absurdas".

Con el tiempo damos las cosas por sentadas y ya está. Siempre nos quedará el fútbol los domingos con papá.

Veréis, un científico no es un erudito, o un señor con bata y gafas muy listo. Un científico es alguien consciente de su desconocimiento y cuya curiosidad le empuja a saber más. Durante cien mil años es lo que nos ha hecho lo que somos, y lo que convierte, a día de hoy, a los niños en los únicos científicos realmente vocacionales (y no por ello menos insoportables).

No soy el primero ni el último que, años después de salir del colegio, han encontrado pasión por saber sobre materias que en los días de clase eran un auténtico coñazo aburrido e insoportable. Y espero que me dure, porque pensar, razonar y aprender es lo mejor que me ha pasado en la vida. No me atreveré a decir que hasta el punto de ser feliz, si no más bien al contrario. Pero, qué cojones, la felicidad es para los idiotas conformistas, oficinistas y triunfitos.

El conocimiento que hemos acumulado a lo largo de nuestra estancia en el universo (si la vida del cosmos fuese de un año, el ser humano representaría los últimos segundos de un 31 de Diciembre) es imposible de asimilar sino en cientos de vidas dedicadas de pleno al estudio, y aún así, con cada respuesta que encontramos aparecen cien nuevas y misteriosas preguntas.

Quizá la mente y el cuerpo humanos os puedan parecer la polla en verso. A su manera lo son, pero en una escala que, absolutamente sin humildad ninguna, hemos determinado en llamar "mediana". Nuestros ojos, exponente máximo de los argumentos de aquellos que defienden el diseño inteligente, tienen infinidad de ángulos muertos, sólo reaccionan ante una fracción mínima del espectro electromagnético, y además han de estar uno al lado del otro para darnos sentido de la profundidad y poder así manufacturar hachas de sílex -y arrojarlas con más o menos fortuna-.

La materia nos parece sólida cuando en realidad está prácticamente vacía, debido a que en nuestro desarrollo nos interesa más ver una piedra en el camino tal y como la vemos cuando nos persigue un depredador, a verla como un microcosmos nuclear atómico.

Si tan la polla os creéis, vais a flipar cuando os diga que hay un animal sin brazos ni piernas, que muda su piel y la deja como cebo, que caza usando el espectro infrarrojo buscando el calor de sus víctimas, que inyecta y escupe veneno, y que puede abrir su boca y tragarse una presa de hasta cinco veces el tamaño de su cabeza de un sólo bocado.

Afortunadamente hemos desarrollado herramientas para defendernos de semejantes depredadores. Herramientas que, una vez sometidos esos depredadores, hemos podido emplear para mejorar nuestros maltrechos sentidos. Durante toda nuestra existencia, cuando hemos mirado a las estrellas, hemos visto un espacio vacío y negro. Pero ahora las herramientas nos han hecho descubrir que más allá de nuestro espectro visible, útil para ver un fruto maduro entre el follaje, existen el espectro de radio, microondas, infrarrojo, ultravioleta, rayos x, y rayos gamma. La nueva imágen que tenemos de ese espacio con unos cuantos puntitos blancos es en realidad algo más parecido a esto:



Por el contrario, en el campo de lo pequeño los últimos cien años han sido de infarto. A día de hoy es imposible decir si todo lo que existe y nos rodea se puede explicar mediante una sóla ecuación, o si por el contrario estamos condenados a pelar una cebolla infinita capa por capa.

Hemos visto la placenta del universo, hemos experimentado la gravedad sometiendo a la misma luz, hemos profetizado sobre el fatídico destino de la materia pasando por el inevitable equilibrio de la entropía, o la velocidad a la que la materia oscura hará que todo se mueva hasta sobrepasar la constante de la luz, donde (o cuándo) ningún cuanto atómico puede existir. Conocemos las cifras y combinaciones genéticas que nos dictan lo increíblemente afortunados que somos por existir, y del mismo modo pensar en todas aquellas combinaciones posibles que jamás pasaron ni pasarán por aquí -como para luego pretender que te toque una primitiva-.

Y por el otro lado tenemos... Bueno, tenemos a los de siempre. Pero hoy paso de ellos.

Concluiría esto con más prosa y más hincapié en lo importante que es el razonamiento y la búsqueda de la verdad en nuestras vidas, pero se me hace tarde y tengo sueño.

Feliz ex-día del escepticismo a todos.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Curados de espanto

Curado:
Participio del verbo Curar.
Curar:
-intr. y prnl. Sanar, recobrar la salud.
-tr. Aplicar al enfermo los remedios correspondientes a su enfermedad para que sane.
...

-Curtir Pieles.

Probablemente habéis oído hablar de "Los hombres que miraban fijamente a las cabras". Pese al título no se trataba de un tochazo detectivesco con denuncias a la misoginia, pero me gustaría pensar que si Stieg Larsson no hubiese muerto, alguno de los diez libros que pretendía escribir habría terminado llamándose algo así.
Los hombres que odiaban a las mujeres pero miraban fijamente a las cabras.

La película era mas bien olvidable, una ficción más bien humoristica sobre experimentos parapsicológicos en el seno del ejercito norteamericano, basada en un libro. Probablemente también habréis oído hablar del libro pero si visteis la película, decidieseis manteneros alejados de el. No lo hagáis. En el libro, Jon Ronson explora los mismos hilarantes y chuscos temas con los que se articula la película, pero excava un poquito mas para hacerse una inquietante pregunta; ¿No será todo lo ridículo, todo lo estúpido que hemos ido oyendo durante décadas... un velo puesto ante nuestros ojos?

Esa noción se ilustra con la historia de Frank Olson y su hijo Eric.
Frank murió en el 53 y la vida de Eric ha girado durante décadas en torno a explicar las circunstancias y motivos que llevaron a la muerte de su padre. Tras tantísima investigación, con confesiones documentadas y excusas presidenciales incluidas, Eric hoy puede afirmar que:

-Su padre colaboraba en la investigación sobre el uso del recién sintetizado LSD como herramienta de modificación de la conducta.

-Su padre expresó dudas de carácter ético al respecto.


-Su padre murió a consecuencia de que le administraran LSD en condiciones que se suponía le llevarían al suicidio, arrojándose por la ventana de una habitación del hotel Astoria de Nueva York.


Desde una de las de arriba.

Todo está demostrado, Eric incluso tiene una foto con un presidente norteamericano, tomada el día en que el gobierno pidió excusas a la familia Olson, décadas después de la muerte de Frank. Sin embargo Eric no ha logrado que su caso reciba atención mediática. Si convoca una rueda de prensa para revelar pruebas documentales de que la CIA mató a su padre, los periodistas le responden "Bueno... todo el mundo sabe que la CIA mata gente ¿no?". Lo cual sería cierto de no ser porque la muerte de Frank Olson es el único asesinato documentado de la CIA, el único que se puede afirmar a ciencia cierta que cometieron.



Este no es Julian Assange. Este es Bill Hader parodiándolo muy bien en el SNL.


Este si es Julian Assange. Supongo que podría explicar que es Wikileaks pero como asumo que nadie vive en una cueva, que todos leéis, oís o veis algún tipo de información, me lo voy a ahorrar. La reacción a nivel global ha sido tremenda, acojonante, cojonuda...

Solo que no lo ha sido.

Las revelaciones que mas atención han recibido son las mas intrascendentes, las mas estúpidas. Desde el morbo amarillesco de saber a quien llaman gordo, loco o calvo al catetismo ilustrado del saber que dicen de nosotros, esa indignación fingida que esconde gustirrinín por saber que se te menciona en las altas esferas y que, al fin y al cabo, existimos. Y una vez terminado eso, la reacción es un "Bueno ¿y qué?" enorme. Periodistas o gente de la calle se toman con pasmosa naturalidad el asunto. Los secretos no solo son justificables sino necesarios y el público no necesita saber que hace su gobierno. La gente ya asume que si levantas esa tapa va a subir olor a podrido. Si no huele no sabemos que pasa y por tanto no pasa.


Y así tenemos a muchos (allí, pero también aquí) periodistas, teóricos adalides de la verdad necesaria para que los votantes juzguemos el trabajo de quienes nos representan, despreciando como irrelevante a Assange o incluso denunciandolo como elemento desestabilizador del apropiado mecanismo de los estados. Incluso reclamando que se "haga algo" al respecto, que se le haga callar, que se le encarcele, que se le mate, por el crimen de desvelar secretos que todo ciudadano debería reclamar para poder ejercer su voto.

De hecho, un creciente número de personas que se tienen por gente con sentido crítico han empezado a denunciar a WikiLeaks y a Julian Assange como peones de la CIA y a sus "triviales" revelaciones como una cortina de humo que distraiga a la gente de los verdaderos secretos que esconden las entrañas del poder. Secretos como el Área 51, la verdadera autoría del 11-S, los Chemtrails o los helicópteros negros del Gobierno Mundial en la Sombra. Secretos divertidos, no esa mierda sobre presiones diplomáticas para beneficiar a Visa y MasterCard. Todo el mundo sabe que los gobiernos hacen esas cosas ¿no? Estamos curados de espanto.

Curar: Curtir pieles.
Curtir: preparar y tratar las pieles para convertirlas en cuero. Endurecer.

lunes, 13 de diciembre de 2010

¡Hágase la radiación electromagnética en una longitud de onda determinada entre el espectro infrarojo y el ultravioleta!

Protones, neutrones y electrones. Son los componentes de todo átomo. Dependiendo de su proporción el resultado es un elemento atómico u otro. Y, pese a que hasta hace no mucho se consideraban indivisibles, en realidad son nuclearmente bastante drogodependientes y muy cabezotas.

Se pueden re-combinar y alterar mediante procesos químicos, y aquí podríamos copiar y pegar algo de chapa infumable de la wikipedia sobre aleaciones, isótopos y transmutación atómica, pero os lo ahorraré.

Quedáos con el concepto de que el hidrógeno es el más simple de los átomos y compone aproximadamente el 90% de la materia del universo actual. Y digo actual porque en sus primeros segundos de vida probablemente fuese el 100%. En aquella nube de densidades irregulares y temperaturas inimaginables los pequeños cabroncetes empezaron a juntarse. A juntarse realmente mucho, rollo metro de Tokio en hora punta, y surgieron las estrellas. Y estrellas, que eran muy tochas, empezaron a acaparar más hidrógeno por la gravedad, y tal.

Y es en el interior de las estrellas donde la cosa empezó a ponerse realmente jodida, y todo era un despiporre porque la presión y el calor eran tan tochos que superaban la drogodependencia nuclear de los átomos -el calor hace que las partículas de los átomos se muevan tan rápido que venzan a la propia fuerza nuclear que los une, amén de que rebotar unos con otros también ayuda un huevo-, y la peña empezó a ponerse realmente guarra, todos ahí, juntandose los protones, perdiendo los electrones, y... bueno, os imagináis la sordidez impúdica de los pequeños mamones.

Básicamente, una estrella es una cantidad absurdísimamente ingente de hidrógeno muy apretujado en constante estado de fusión, y la orgía es tal que no para de salpicar de todo. Radiación electromagnética (¡luzzzz!) por de pronto, ya que cuando los átomos, neutrones y electrones se recomponen en nuevos elementos hay una considerable pérdida de energía -mandanga de la buena, buena-, que a algún lado ha de ir a parar.

Con el tiempo, parte del hidrógeno original ha dejado de serlo y se ha convertido en cosas más indigestas, complejas y pesadas -principalmente helio-, y eso es una movida que te cagas, porque a la estrella termina por darle un amarillo chunguísimo, se convierte en una gigante roja, y se lleva el Scatergories. Y si es un par de veces mayor que nuestro modesto Sol puede tener tal cantidad de hierro dentro que pega un pedo brutal. Las llamadas supernovas.

Para que os hagáis una idea, desde que se inventó el telescopio no ha habido ninguna supernova en esta parte de la vía láctea. Pero en el siglo 11 se registró y documentó una. Lo que ahora es la nebulosa del Cangrejo fué una estrella que pegó tal pedo que se mantuvo visible en el cielo durante 22 días.

Cuando una supernova peta, se forma una nebulosa y se llena el espacio alrededor de todos esos nuevos elementos que se fueron formando en la estrella. Y vuelta a empezar. Las nebulosas son criaderos de estrellas.

Total. Que de esas venimos. Los protones, electrones y neutrones que conforman nuestro Sol, nuestro mundo y a nosotros mismos son los mismos cabroncetes que existían al principio de todo. Puede que vuestro DNI diga que tenéis treinta años, pero en realidad tenéis trece mil setecientos millones.

Así que sois el propio universo tomando consciencia poco a poco de sí mismo. Respirad hondo, asumidlo, y avergonzaos de tener el cuarto como lo tenéis.

Ah, y sobre todo consideradlo la próxima vez que alguien os cuente lo estupendo que se cree ese tal Jesús del que tanto se habla en estas fechas.

Y ahora, un poco de humildad solar:

domingo, 12 de diciembre de 2010

mecagao

Me lo acabo de hacer todo encima. Y a mí mismo. Y ahora voy a empezar con los perros de los vecinos. Y después saldré desnudo a correr por la calle.



Así que ya sé para qué voy a reservarme los días de vacaciones que me han sobrado este año...

jueves, 9 de diciembre de 2010

Pale blue dot

Mi vida es un desastre.

Pero un desastre de esos de chichinabo. Que lo enderezaba todo en dos días que me pusiese. Y, claro, por un lado es el equivalente a un fin de semana, pero por el otro es tan poco trascendente que uno se da a procrastinar.

De vez en cuando me dan achaques de madurez (livianos, efímeros, fugaces), como si algo de lo que me han intentado inculcar como hombre adulto y responsable realmente hubiese cuajado. Como que me entran ganas de no querer ser un tópico de monólogo de mujer humorista que habla de su novio, o algo por el estilo. Pero se me pasa rápido, no se preocupen. Es más, creo que tengo el récord mundial de cajas de pizza apiladas unas sobre otras.

Son las ventajas de vivir solo y poder dejar unos calcetines usados tirados por el suelo durante días sin que, al contrario de lo que me decía mi madre de pequeño, se acabe el mundo. Mientras un día no aparezcan unos gallumbos sucios en el microondas, todo va bien...

En fin, intentando encontrar nuevas fuentes de motivación que me propulsen hacia un estado superior de realidad cotidiana, me he reencontrado con un vídeo de Carl Sagan tan sencillo como revelador. Y, pese a que la adulación resulta un arma sometedora, sirva decir que este señor está muerto para reivindicar nuevamente que su memoria sea alzada por cualquier espacio deportivo de después del telediario por encima de la de Mourinho.



Sí, querido Carl Sagan. Mis calcetines son tan insignificantes que pueden esperar a mañana. Una vez más, gracias por todo.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Mindstorm

Ya estamos con la preguntita de marras.

¿Quién es el mejor guitarrista vivo en el mundo?

Metería a mi Zakk en un cuadrilatero con cualquiera.

Menos con él.

No es que sea ridículamente bueno: es que le puso una séptima cuerda a su guitarra.

Sí, sin duda Zakk podría sangrar frente a él.



PD: Sí, estoy perraquísimo.