Empanamiento.

El caso es que en rebilbanco había (y seguirá habiendo) un alto grado de empanamiento, y este post lo tenía ahí medio pendiente desde hace como un año, pero bueno, lo cuelgo hoy porque... porque me sale de los pixeles, ale.

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Jefe y Fina trabajan en rebilbanco, y son pareja sentimental-sesual-artística desde hace más de cuatro años, y no es ningún secreto, pero nunca han hecho un anuncio oficial, aunque es bastante sospechoso que vayan y vengan juntos todos los días y a la misma hora, que se cogiesen el día por mudanza el mismo día, que vayan juntos a desayunar, y a comer, que uno le pida a la otra las llaves de casa... no se, esos pequeños detalles.

Pués resulta que se fueron el año pasado a Nueva York, que es como Nueva Serrano pero en vez de curada, pues cocida.

Y claro está, a la vuelta traían fotos, aunque en muy muy pocas aparecen juntos (es lo que tiene ser dos, uno hace la foto y el otro sale en ella), y nos las estuvieron enseñando, eso sí, por separado cada uno en su departamento.

Así que en esas que llegó el jefe de Fina al que llamaré Jam (jefe del área de mantenimiento, que es un tío la mar de salao, amén de ser el mas... "veterano" del rebilbanco), y se puso a ver las afotos con nosotros...

- Anda, ¿esas son las fotos de tus vacaciones?

- Sipes, fíjate que mono salgo.

- ¡Fíjate! eso es Nueva York, ¿no?

- Si señorito, ahí estoy en el Empire State, cosa mas grande, la hostia.

- Pues ahora que caigo, te podrías haber encontrado a Fina, que también se fué a Nueva York hace unos días.

- ...

- ...

- Si *tratando de controlar la risa* menuda casualidad hubiese sido, ¿eh?

Y mientras tanto nosotros evitábamos despollarnos, Jam se fué a seguir con lo suyo, sin enterarse de nada y Jefe pasó de foto... en ella salían Él y Fina comiéndose una hamburguesaza a dos carrillos.


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Mi excompañera Marga (no es su nombre real, pero no le queda mal), es una mujer relativamente mayor, tendrá unos 43 años, y la verdad es que lleva un pequeño grado de empanamiento monumental, es bastante chapada a la antígua y además muy sobreprotectora con ... bueno, con absolutamente todo el mundo (cabe decir que es un encanto de persona, pero joder, es que no es que esté en la parra, es que ella ES la parra).

Pues resulta que Jefe y yo siempre estábamos de cachondeo, que si por el culo te la hinco, que si estas gilipollas, que si me puedes comer to` lo gordo, que si vas a mear sangre, que si jijiji, que si jajaja, que si los ficheros que hemos pedido hoy nos los enviarán dentro de tres años, pues me cago en su puta madre... y una de las malas costumbres de Jefe era putearnos contándonos el porqué íbamos al baño en plan :

-Fuá, esto va a salir como un bate de baseball.
-Ostia, no seas asqueroso, coño
-Luego te cuento como era.

En fin, cosas así, hacía el cabrón, y no lo decía en voz baja, no.

En una de estas Jefe se levantó y, avisando como siempre, se fué, y pasados diez minutos Marga se dió cuenta de que se había ido (¿veis lo que os digo del empanamiento?) y me pregunta.

- ¿Jefe se acaba de marchar, no?

- Emmmmmm sip (mentira, hacía más de diez minutos).

- ¿Y donde ha dicho que iba?

- Creo que se ha ido a poner un fax.

- Ahhhmm, vale.... un momento, ¿un fax?

- Sí, a castigar al tigre.

- ¿Ein?

- A tirar piedras al agua.

- ¿Que piedras?

- Que está moldeando un muñequito.

- ...

- ... liberando a willy

- ¿Como?

- Se ha ido a dejar un tronco en el aserradero.

- ...

- A parir un mulato.

- ¿Pero que dices?, no me estoy enterando de nada

- ...

- ...

- A CAGAR, Marga, SE HA IDO A CAGAR.

- ¡Uish!, mira que eres bruto, podías haberlo dicho de otra forma.

*La madre que...* (en fin, ella es así).

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Entra superjefe, se sienta, pone cara rara, mueve el raton y hace unos cuantos clicks, sigue a su bola

Nosotros nos descojonamos

Pasa un rato, vuelve a poner cara rara, visíblemente incómodo se coloca la silla.

Nos seguimos descojonando... a lo lejos.

Va a coger su pluma, su pluma no está, y en vez de su pluma hay un bolígrafo gordísimo y además de color rosa en un bote de kukuxumuxu.

Lo mira, lo coge, investiga su puesto, pone cada de "bueno, lo habré perdido", y se pone a escribir con ese boli.

No podemos contener la risa, es imposible que no se entere.

Pasada hora y media larga le pega sin querer una patada al reposapies, lo mira, levanta la cabeza extrañado, observa asustado a su alrededor como el que acaba de despertar de un sueño profundo en una cama desconocida.

Se pone colorado, se levanta, avanza rápidamente por el pasillo unos ocho puestos, se sienta, y esta vez sí, SE SIENTA EN SU SITIO.

Le observamos mientras nos reimos a mandíbula batiente.

Y es que "solo" hacía un par de meses que nos habían cambiado ocho puestos más allá.