jueves, 4 de noviembre de 2010

Hostil

Hace ya unas semanas entré al trapo, y no sé por qué, en una de estas charlas desesperantes que no llevan a ninguna parte sobre la mar y los peces, donde lo más que te puedes encontrar al otro lado de la cancha es lo que haya dicho esa misma mañana Carlos Herrera palabra por palabra. Es lo de menos.

No sé ni cómo, aquello desembocó de un modo bastante rocambolesco en una diatriba sobre, no ya la existencia de Dios, sino lo "radical" que resulta considerarse ateo (es gracioso que nadie te tache de radical cuando te tiran los argumentos a gritos entre dos, pisándote y levantando la voz por encima de la tuya constantemente).

Podría arroparme en una limitación secularista a la hora de enfocar cualquier punto de vista a este respecto, o incluso meterme bajo la cálida mantita del conveniente y políticamente correcto agnosticismo. A fin de cuentas, no puedo ni negar ni confirmar la existencia de los unicornios.

¿Por qué ateo? Desde un punto de vista racionalista y analítico Dios es la explicación más improbable para absolutamente nada. Si ante cualquier suceso, por asombroso que sea, confeccionamos una lista de posibles acciones que hayan podido desatar una reacción, incluídos los distintos sistemas y percepciones de estudio, Dios siempre estará abajo del todo.

Si a la ineficacia probada y contrastada de Dios (cualquiera) le sumamos los muchos casos y sistemas que las iglesias -o derivados similares de éstas- nos han propuesto y han resultado ser flagrantemente falsos a lo largo de la historia, nos encontramos con un espacio muestral de probabilidad que tiende infinitamente a la nada, y además alineado con una dósis considerable de tomadura de pelo.

Por supuesto siempre he respetado las opciones personales de cada uno, y sigo considerando cualquier cultismo como una opción personal absolutamente ajena a mí, que no me interesa y que me gustaría que no tuviese que preocuparme (improbable, one more time), y que además debería ser practicado en el ámbito más privado.

Voy a intentar explicaros cuál sería la única forma de aislar algo llamado Dios en un sistema dado.

Si conseguís abrazar mínimamente con el pensamiento el concepto del cosmos, no os quedará más remedio que reconocer que vuestra existencia consciente es más que efímera, un mero latido. No obstante vuestra existencia per-sé es, ha sido y será, hasta cierto punto, larga de cojones... desde el punto de vista de la materia que os compone. Si a esto le añadís el hecho de que los átomos que forman vuestro cuerpo no son los mismos que lo componían hace siete días, es posible que bastantes de vosotros ya tengáis cosas más grandes e interesantes dándoos vueltas al coco.

Una sola gigante azul, por ejemplo, en el momento en el que la radiación de su núcleo vence a su propia masa y toda ella se convierte en energía, desata una reacción que podría dejar cualquier apocalípsis bíblico en una chorradita monísima.

Vivimos orbitando a una lóngeva enana amarilla que ya ha consumido la mitad del hidrógeno de su núcleo. Aún le queda para otros cinco mil millones de años. La tierra tiene algo menos, unos cuatro mil millones. Estudiando los cúmulos globulares, y considerando lo absurdo de determinar la existencia en el tiempo de algo tan grande, podríamos otorgar a nuestra Vía Láctea unos trece mil millones. Escribidlo en números, si queréis.

Ahora escribid un diez. Añadidle cuarenta ceros. Ése es el tiempo, en años, en el que la entropía haga que la última estrella en el universo se colapse, se apague, y que sus restos sean tan débiles que ya no haya un sólo punto con suficiente densidad en el cosmos como para engendrar otra. Sólo quedarán agujeros negros alimentándose de la dispersa materia que quede.

Escribid un nuevo diez. Añadidle esta vez noventa y siete ceros. Cuando hayan pasado estos años, la energía oscura que hace que toda la materia en el universo se repela y se distancie cada vez más, hará que todo lo que quede en el cosmos se desplace a una velocidad superior a los trescientos mil kilómetros por segundo, la velocidad de la luz. La masa, incapaz de moverse a esta velocidad, se colapsará. Los protones perderán coherencia y ya nada existirá.

Entonces, y sólo entonces, podremos decir que todo lo que quede en el universo ha de ser, indefectiblemente, Dios. Y esto ni si quiera probaría que tuviese algo que ver en la creación, destino o desarrollo de absolutamente nada.

Al contrario del falso positivo que es la falacia más repetida de la historia, ésa de que si algo no puede ser explicado ha de tener por fuerza algo de divino o esotérico, en el universo Dios siempre será, de todos los absurdos e infantiles desvaríos, el argumento más improbable, menos demostrable y, precisamente por esto, más dogmático, abrazable y conveniente para cualquier conformista que viva en este guijarrito.

Y, sobre todo, de existir una fuerza creadora de todo, por seguro tened que no tiene absolutamente nada que ver con pederastas viejos vestidos de señora hablando en latín.

No sé si, tal y como nos contaban de niños, iremos al infierno cuando muramos si no somos obedientes y temerosos de Dios. Lo que sí sé, es que la materia que compone a cualquier recién nacido vino de las estrellas y es tan antigua como el mismísimo universo. Y habría agradecido que me hubiesen explicado esto último en lugar de lo primero.

Las posibilidades de que existáis tal y como sois, sumando la probabilidad de vuestro genoma a lo largo de cientos de miles de años unida a vuestra personalidad y consciencia es tan ridículamente improbable...
Podríais pasaros la vida lamentándoos de no ganar una lotería ignorando que ya habéis ganado la mayor de todas. Existís. ¿Y queréis empañar vuestra breve experiencia, las pocas oportunidades de conocer, el efímero paso que daremos todos por aquí con... sadomasoquismo religioso?

Si una sóla persona en el mundo es capaz de contestar que sí, yo he de considerarme por fuerza ateo.

Y hostil.

13 comentarios:

Te susurraré... dijo...

Jajajaja, buenísimo.
De verdad, buenísimo. Por fin alguien junta las palabras religión y sensatez sin que rechinen las bisagras. Estupendo!

Salamandra dijo...

Voy a volver a empezar, creo que me he perdido ... ;-)
Como siempre: Chapeau!!

.undermind dijo...

Creer en dios es como ser del PP, da igual cuantos argumentos te den en contra o cuantos gurtel salgan a la luz, que tu seguirás pensando y votando lo mismo.

Saludos.

pseudosocióloga dijo...

Totalmente de acuerdo en que creer en Dios es lo más absurdo que ha inventado madre.Ni te cuento hasta dónde estoy del temita con la visita del Papa....
Muy buena la observación de los que argumentan lo que han oido en "Herrera", también están los argumentos"Julia" y todavía me acuerdo de los argumentos"Jimenez los santos"...

Illuminatus dijo...

El concepto de Dios es tan absurdamente complejo y su interpretación tan estúpidamente egoísta que sólo puedo esperar que llegue un día en que la gente con el alelo para creer se convierta en un material recesivo o se extinga.

una gata en jerusalem dijo...

Uf, yo me he perdido...
Si tienes en cuenta que el concepto infinito me traumatizó en mi tierna infancia ( y si me paro a pensarlo lo sigue haciendo ahora), creo que mejor digo que no creo en Dios sencillamente porque no creo en Dios.

Chache dijo...

Muy buen artículo, sí señor. Como dices al principio, no se puede demostrar que los unicornios no existan, asi que al final toda la discusión se reduce a mera retórica.

Bueno, teniendo en cuenta que Dios es un invento humano imagino que deben de existir pruebas de ello, pero ni aún así serviría de nada.

Menos mal que en unos pocos siglos nos extinguimos.

B.B. dijo...

Pufff !!!! yo tambien me he perdido, en cualquier caso nunca hablo ni de politica, ni de religion, mas que con contadas personas que se que no van a chillar y van a escuchar, aunque no estemos de acuerdo.

Inmarteee dijo...

Una explicación preciosa, Somófrates. Yo, en general, no tengo ningún problema con las religiones mientras sean consideradas como relatos de ciencia ficción que vienen bien para explicar las razones por las cuales no debemos meterle el dedo en el ojo al vecino; pero cuando entramos en conversaciones como creacionismo, fe ciega, borreguismo y abuso de poder la cosa cambia. Y estoy totalmente de acuerdo contigo; la explicación del "polvo de estrellas" es algo mucho más bonito que contar a los niños.

Somófrates dijo...

¡Vuestros comentarios me confunden y me enfurecen! ¿Tan mal me explico?

En fin... Para los que sepan inglés: http://youtu.be/r6w2M50_Xdk

Cattz dijo...

A mí me da lo mismo que crean en dios o en los Reyes Magos, pero agradezco que nadie mayor de 8 años intente comerme el coco para creer que la noche del 5 de enero hay 3 tíos disfrazados repartiendo regalos por todo el mundo subidos en camellos.
El concepto de dios es bastante más absurdo que el de los 3 señores, por cierto.

lokkie dijo...

no sabia como tenia que acabar el universo! bueno,lei que los protones tienen una vida finita y ya que imagino que casi toda la materia tiene protones,un dia llegaria en que se desprotonizaria,pero no se en que consiste tal cosa XD

tambien es que lo lei en el libro de astrofisica de brian may,asi que vaya usted a saber...

pseudosocióloga dijo...

Y a mi que el polvo de estrellas lo asocio con Campanilla.Vale, vale, ya me callo antes de que te sulfures....