(Hola, mi nueva hija ha llegado hoy y es un amor ¡¡es genial!! Me encanta el empaquetado :) que almohada tan bonita y sus juguetes son tan monos. Muchas gracias.)
Quien Habla así es Karen. Ignoro si Karen es su nombre real o si tan siquiera es una mujer. Tranquilizaos, no ha adoptado a una niña, no le han enviado a un bebe empaquetado por correo. Le han enviado algo como esto…
…que no, no es una niña. Es un Reborn Baby.

Connotaciones necrománticas aparte, se trata de bebes completamente artificiales, pero en los que se trata de alcanzar el mayor grado de verosimilitud. Originalmente se trataba de modificar artesanalmente muñecas convencionales, en plan Famosa, pero la capacidad de validación de Internet no tiene fin, y en unos pocos años se ha transformado en un fenómeno asentado. Las amas de casa que empezaron repintando juguetes viejos han pasado a aprender a trabajar el látex para darle consistencia humana. Se precian de usar el mejor pelo humano para adornar las cabezas de sus creaciones e invierten días de trabajo pintándoles la piel, venas e imperfecciones incluidas. Usan armazones capaces de adoptar posturas naturales, y a la vez de replicar el peso y comportamiento de un verdadero cuerpo de bebé al cogerlo en brazos. Por un módico precio, incluyen un dispositivo que simula el latido humano y otro que permite que mantenga una temperatura realista.

Todo esto no deja de ser un Hobby. Un tanto cursi, quizás, pero no exento de afán de superación. No es diferente, en esencia, de quien monta modelos de barcos, pinta miniaturas militares o construye catedrales con palillos. El que se aburre es porque quiere. Pero ¿Qué pasa con los muñecos terminados? Que los adoptan.
No los compran, no los coleccionan. Los adoptan. Volvamos a Karen. No lo llamo muñeco, obra de arte o pieza. Lo llamo su “nueva hija”. Y ahí es donde abandonamos el terreno Bricomania para entrar de lleno en el de la madre de Norman Bates. Porque a estos “bebes” se los adopta. Y a los clientes se les llama “madres”. Y las Madres quieren mucho a su bebe, lo visten con lo mejor, le cambian el pañal, lo acunan y miman, e incluso le dedican una habitación entera en casa. Y pasan horas leyendo en la mecedora mientras velan el “sueño” de su trozo de plástico.

Otra afición, otro hobby. Otra cosa que hacer para no aburrirse… ¿?
A estas alturas, entre los que estáis leyendo esto habrá una división entre los que lo encuentran perturbador y los que lo encuentran adorable. Muchos habrán sabido ver que la psique de estas personas, de estas madres adoptivas, oscilara entre lo meramente excéntrico y lo directamente lunático. Otros lo encontraran tierno. Y seguro que mas de uno estará molesto por mi manera de hablar del asunto ¿Quién coño me creo?
Demos un salto a otro rincón pegajoso de la red.

Esto es una Real Doll (no confundir con la Dollificación)
Cabe pensar que los Reborn Babies se llaman así porque el otro nombre ya estaba cogido. Sus técnicas de creación son, esencialmente, las mismas que las de los bebes, solo que además se busca un realismo anatómico orientado… bueno, orientado a lo practico. Sus dueños son, mayoritariamente, hombres. Mayoritariamente, hombres solos. Seguramente habías oído hablar de ellas antes, porque el factor morbo siempre ha atraído a las cámaras. Hay una película que trata este fenómeno, Lars and the Real Girl, que no se si en España pasó de estrenarse en festivales, pero creo que incluso he visto como hablaban del tema en los telediarios (cuando aun veía Antena3).
Sus dueños eluden la luz pública mucho más que las “madres adoptivas”. Seguro que nadie piensa que son monos. O tiernos.

Este es Gordon Griggs. Esta es su página, en la que explica con detalle lo que le ha llevado a compartir su vida con Ginger Brooke y Kelly Sue, dos muñecas que le costaron nueve meses de ahorros cada una. Es la clase gente que uno desea de vecino. Gordon es justo lo que la mayoría de la gente imagina cuando piensa “¿Quien se compra estas cosas?”.
Seguro que la palabra “siniestro” os ha cruzado la mente. Enfermizo. Objetifica a la mujer, la degrada, la pone al servicio de las necesidades del hombre. Mi universo de muestreo femenino consultado afirma que “comprar una muñeca así es patético, pero usarla para ver a tele junto a ella los Domingos es peor aun.”

“Pero…se la folla ¿no?” me dirá alguno.
Pues si.
Y las “madres” acunan a sus “bebes”.
El fabricante de las Real Doll, Matt McCullen, habla de cómo ha modificado sus diseños para algunos clientes, como un hemipléjico que solo quería algo que abrazar cuando duerme, solo. O de la carta de agradecimiento de un cliente desfigurado por el fuego, que dice que su muñeca le ha devuelto parte de algo que creía no poder recuperar. En Japón, donde el sexo se entiende de otra manera (no mejor, solo diferente), hay padres que regalan muñecas a sus hijos para que en época de examen no se distraigan pensando en salir a ligar.
¿Es el sexo una necesidad menos relevante que la maternidad? Culturalmente pareciera que si. Las “madres” son, desde luego, mucho mas abiertas acerca de su “afición” que los poseedores de muñecas. Lo peor que nos suscitan las madres es pena, y mucha gente asume que existe alguna justificación: esterilidad, síndrome del nido vacío, la perdida de un hijo… Lo otro es solo masturbación. El instinto maternal ha sido elevado, literalmente, a los altares, así que dirigirlo a un objeto inanimado es solo triste. Lo otro es repugnante. ¿No?
Opiniones, por favor…