viernes, 22 de mayo de 2009

Pornoadicción Temprana

(Originalmente publicado el 27 de Septiembre de 2004, en tanto se refiere a mi tierna post-adolescencia es tan actual y candente como lo era entonces. Useasé, muy poco).


Ahí estaba yo, con dieciocho añitos recién cumplidos, dispuesto a comerme el mundo. Pero aquel fatídico Viernes por la tarde, el mundo podía esperar. Lo que me disponía a devorar eran cuatro horas de pornografía de la mas dura y grumosa que pudiera encontrar.

Os pondré en antecedentes; hacía solo un par de meses que había alcanzado la mayoría de edad y ese era el primer fin de semana en que mis viejos se largaban de casa, dejándola a mi entera disposición. Yo ya conocía el porno, por supuesto, desde que a los nueve años cayó en nuestro poder (mío y de la panda) una Private que destrozó nuestra inocencia y alegró nuestras tardes. Y tenia el Plus, con lo que ni tan siquiera tenía que quemarme las pestañas tratando de distinguir algo entre las rayas, como muchos de mi generación.

Pero aquello era diferente. Aquello era poder elegir con que droga dura me iba a machacar la retina. Resuelto, entré en el videoclub (un videoclub, uno que no fuera aquel donde mi madre conocía al dueño y me hacían regalos por navidad) y me di de alta como socio. Tras ojear los estantes con aire interesado, me deslice hacia mi objetivo. La Habitación.


Este videoclub, como tantos otros ahora, había tomado la revolucionaria medida de mudar la sección X de "un estante mas o menos discreto" a un compartimiento separado. De esta manera las madres no se podían quejar de que la basura quedaba al alcance visual de sus retoños y el emprendedor comerciante podía ofrecer muchos más (y variados) títulos a su selecta clientela. Pero como fuera que la cosa aun era un experimento, el buen señor comerciante se había apañado unas tablas y atornillándolas había creado una habitación digamos...reducida. Dos personas de pie tenían problemas para no pisarse dentro de aquella caja de zapatos. Además, la puerta con cortinilla del nicho aquel estaba junto al mostrador, a la vista de todos. Pero yo era joven, y aquellas naderías no las contemplé al meterme en el licencioso receptáculo.

Dentro reviví aquella emoción infantil cuando entras en una juguetería. Un niño en una tienda de dulces es lo que era. No os creáis, apenas un centenar de cintas, algunas, hoy lo se, prehistóricas. Pero a mi me bastaba y me sobraba. Una a una, fui mirando las carátulas, que me prometían cochinadas sin nombre y placer onanista mas allá de toda medida. Si alguna resultaba especialmente prometedora, miraba la contraportada. Me había propuesto alquilar dos películas para devolver al día siguiente, pero me costaba un trabajo tremendo seleccionar entre la media docena de "favoritas" que tenia en las manos. Me pase, por lo menos, media hora ahí metido hasta elegir dos cintas. Y ahí empezó lo divertido.

Me disponía a salir cuando oí que en el mostrador estaban atendiendo a una madre con niños. "Ni de coña salgo con esto en las manos..." pensé, así que espere un rato. Pero, amigo, el Viernes es un día de mucho alquiler Disney, mucha madre comprando morfina cerebral para que los niños no molesten, y a una madre le sucedía otra. Para colmo me había buscado un videoclub donde no me conocieran, si, pero que seguía estando en mi barrio. Todas las voces que oía me sonaban familiares. Madres, hermanas o primas de amigos míos. Y yo, para colmo, trempando como un campeón.

Estaba sudando. Me había metido en aquella caja de madera tal y como venía de la calle, con abrigo y todo, y ya llevaba casi una hora ahí metido. Me repetía a mí mismo lo gilipollas que era por no haberme ido a un local más lejano, al menos un par de paradas de metro. Mientras, los dependientes no daban señales de preguntarse que coño hacia yo ahí dentro tanto rato. " ¿Y si se piensan que he entrado a pelármela?" Ahora ya si que estaba nervioso. El miedo, desde luego, me había reducido la trempera, pero me hacia sudar más. Se me pegaba el pelo a la frente y se me empañaban las gafas. "Tengo una pinta de pervertido que tira p'atrás" imaginaba. Me imaginaba saliendo y encontrándome de morros con una amiga de mi madre mientras sostenía en las manos "La reina de los culos" y un pornazo alemán impronunciable pero con una portada digna de ElBosco. Pasaban los minutos.


Al fin, tras casi hora y media ahí metido, asfixiado de calor y acongojado por el miedo a la vergüenza pública, pero aun resuelto a llevarme a casa aquellas dos cintas, escuché y no oí....nada. Si, los pasos del dependiente, el hilo musical (Radio Ole, cagaté)...pero nada más. "Esta es la mía. Salgo, pago y me piro en menos de un minuto". Incluso llevaba el carné en la mano para acelerar el proceso. Inspiro, me peino el pelo con la mano hacia atrás y...
...salgo para darme de bruces con A, B y C, las tres marujas de mi curso que extrañamente calladitas para lo que en ellas era costumbre, iban hacia el mostrador con Ghost y Bailando con Lobos. Se paran, me miran, miran a las cintas, me vuelven a mirar a la cara... Yo balbuceo "Hombre, que tal...". Ellas miran mis cintas otra vez...

Pague y me fui, como tenia planeado, en menos de un minuto. No sé si por alejarme de aquel trío de gallinas que se carcajeaban o por evitar que se me rompiera un vaso sanguíneo, de tan rojo que me puse. En el camino a casa juré no alquilar más porquería de esa en mi vida. Las películas, normalitas. La alemana era de un guarro que espantaba. Aguante un par de meses las bromas de "Rey de los culos" que me toco sufrir en el instituto hasta que la cosa se olvidó. Incluso termine enrollándome con la A del trío aquel. Pero un año mas tarde, ya universitario y también rey de la casa por unos días, pasé por el videoclub de infausto recuerdo y vi que, oh sorpresa, había desaparecido la caja de tortura. En su lugar un cartel con una X y una flecha me invitaba a bajar al sótano del local por unas discretamente colocadas escaleras. Abajo, oh sorpresa otra vez, una habitación ventilada, amplia y con al menos cinco veces el numero de películas que en mi primer intento. La carne es débil, amigos, y las promesas se las lleva el viento.

11 comentarios:

Cattz dijo...

Pues no sé yo si el videoclub era muy grande, pero desde luego a mí me importaba entre poco y nada lo que estuviera haciendo la gente por el Blockbuster porque bastante curro tenía como para ponerme a cotillear XD

E. Martin dijo...

Bah, nenaza. Yo empecé a alquilar en el mismo videoclub familiar, con dos cojones. Y en tiempos anteriores a la separación de poderes.

Eso sí, lo del "niño en la tienda de dulces" lo has clavado. Hmmm, ¿"Más Allá de la Puerta Verde", que es un clásico del género, o "Retorno al Futuro", que sale Erica Boyer...?

Claro que los títulos y las carátulas de entonces eran otra cosa, que los de hoy en día no hay Diso que los distinga.

LoKKie dijo...

No vale,esta historia ya me la sabia! xD

Barbijaputa dijo...

El Hombre Malo hablando de porno? jummm, qué raro.

(La última foto es total)

Me hubiera gustao verte por un agujerito en aquella caja de zapatos y reirme de ti.

Gato dijo...

¡¡El cartel es brutal!!

Aish, Hombre Malo, no vamos a hacer carrera de tí... :D

E. Martin dijo...

Chst, cuidadín, que aqui el amigo sólo estaba poniendo en práctica una utilisima herramienta de href="http://librodenotas.com/guiaparaperplejos/16083/porno-empatia-y-neuronas-espejo">aprendizaje y evolución.

E. Martin dijo...

Lo suyo ya es serendípicamente preocupante, Maese Porras. Lea, lea...

El Hombre Malo dijo...

Cattz: ¿desde cuando lo que preocupe o deje de preocupar a los demas ha impedido a un buen woodyallenesco obsesionarse malsanamente con ello?

E.Martin: El problema es que mi videoclub familiar era demasiado familiar... y que no tenian mas de una docena de cintas de las que nos ocupan.

Lokkie: ¡pero jamas tuviste la oportunidad de hacerme llegar tu opinion!

Barbijaputa: ¿De porno? yo pensaba que estaba hablando de lo pazguato que se llega a ser, sobre todo a los 18... Y si me hubieses visto, pese a todo lo anteriormente dicho, te me habrias querido llevar a casa de merienda.

Gato: ¿carreras? nah, soy mas de ir andando a los sitios. O en taxi.

Be dijo...

Jo, este post siempre me ha recordado a Jersey Girl.

(Tráeme algo bonito de BCN)

Luis dijo...

Pero hombre, con lo fácil que era salir sin las peliculas e ir a otro videoclub...esta claro, que en determinadas circunstancias el cerebro es sustituido por otro órgano en sus funciones habituales... :)

海瓜子Andy dijo...
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