Que vivimos dominados por las apariencias es evidente. Desde la consumada enóloga incapaz de distinguir un faustino de una bolsa de contraste radiográfico, al troglodita que se gasta el sueldo de dos meses en un i-phone con home cinema.
El mundo de la empresa no es menos, y FinalBoss quiere tener resplandecientes ingenieros con certificados de todos los colores. Le suda la polla por delante y por detrás cómo trabajemos, él lo que quiere es vernos llenos de pegatinas con hologramas.
Y para conseguirlo ha comprado cuarto y mitad de mojón de vaca, impartida de lunes a viernes de seis a nueve, con once temas semanales, cada uno de ellos con su correspondiente exámen de una hora de duración y sus dos horas de prácticas. Me levanto a las seis de la mañana y llego a casa a las diez y media de la noche, así que aún nadie me ha explicado de dónde he de sacar esas OTRAS 33 horas semanales que me van a hacer falta (el profesor da el curso y se lo lleva muerto, le da igual que aprobemos o no el exámen oficial, así que no es su problema).
Eso sí, antes de que acabe el año necesito la certificación que, por supuesto, me he de pagar yo (215€ cada convocatoria). Que bastante ha hecho el pobrecito ya con pagar un curso de formación de mierda y obligarnos a asistir bajo amenaza de patada en el culo. Lo primero que pregunté es si nos subiría el sueldo una vez que nos certificásemos. Por supuesto que no. Bueno, es currículum -pensé en voz alta más para mí mismo que para él-. Y al día siguiente apareció una circular en la que se nos advertía de que, si por un motivo u otro, abandonábamos la empresa en un plazo de hasta dos años después de recibir el curso de formación, deberíamos abonar de vuelta el importe total del curso.
Vamos, que me dan por culo, me tengo que gastar mi dinero para certificarme, y ecima si me echa de aquí a dos años pretende que le dé dinero. Sé que no tiene pies ni cabeza, ni mucho menos peso legal o visos de ser una política viable de recursos humanos, pero él es así, y yo estoy encantao.
Por supuesto, y dentro de su subconsciente empeño por devaluar el puesto laboral de cualquiera cercano a él, ya ha dejado constancia de que no le gusta la barba de "bolchevique vikingo" (sic.) que me he dejado. Al márgen de que no pienso pasar un invierno en Midgard sin ella, no veo a santo de qué tenemos que soportar, yo y los demás ingenieros -profesionales como la copa de un pino ya con los cojonazos negros-, gilipolleces como esta y peores todos los putos días de semejante flipao.
7 comentarios:
Jajaja. Si lo he entendido bien, tu empresa es un lujo y tu jefe un listo de narices.
La cosa no es risa pero yo no he podido evitar reírme al leerte.
Diossss,me habia levantado moñas total,pero ha sido leerte y me dan ganas de liarme a hostias,y no por los amon amarth precisamente...
Comprendo que el tema te enerve, pero has de reconocer que tu jefe es un figura: que le devuelvas lo que no ha pagado él?? ¡es total!
¿Estás seguro de que no es familia de Millet? Otro listo: le carga el facturón de la boda de su hija al Palau de la Música, y después tiene el santo morro de cobrarle la mitad de los gastos a los consuegros!! con dos cojones ;-)
El ricino es una planta perenne de porte arbustivo que crece con facilidad en suelos de la cuenca mediterránea. Su semilla, de aspecto similar a una judía, se emplea para la obtención de aceite cuyo contenido incluye ciertos compuestos fungicidas y una toxina, la ricina, caracterizada por su alta toxicidad.
La planta es cultivada comúnmente como ornamental debido a la vistosidad de sus hojas y flores.
Por si algún día tenéis alguna idea.
La nuez moscada en exceso también puede ser mortal, prepárale unos canelones cargaditos.
¿Quién te exige la certificación?
Pues no sería mal escarnio que en 24 meses se viera con toda la pasta de los cursos sobre la mesa y buscando nuevos alumnos...
Y tío, que horario taaaaannnnn fantástico, tu hora le sale barata-barata.
¿Se bonifica los cursos con la tripartita?
Bueno, tonto no es. Pero tampoco es que sea muy inteligente. Lo que es, es un listo. Un prepotente y un chulo, un producto muy español.
Lo jodido es que yo sigo disfrutando de mi trabajo siempre que él esté lejos, y que a mi sí me interesa sacarme esta certificación (aunque no me importaría hacer el curso en sus nueve meses, y no en uno y trufao de puentes).
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