martes, 8 de febrero de 2011

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Vale que les han puesto más banderillas que a una ronda de chatos, pero la semana pasada tuve que retrasar mi hora habitual de comida, y estuve viendo "sé lo que hicísteis".

Horror. No ya por los contenidos en sí, o el bajón que han dado los guionistas (esto es tema a parte): el programa se ha reducido a unas cuantas jamonas en mini-vestiditos entrando y saliendo del plató por unas escaleras puestas con un propósito demasiado claro.

Y no es que no me guste la carne, es que no me gusta la mercadotecnia a la italiana. Vale que el programa siempre había tenido unas chicas estupendas, pero -a excepción de Pilar Rubio, que no daba para más- solían estar a la altura de un programa que se basaba en otras cosas. Ya no.

Adoro la pornografía, pero en su contexto; tanto mediático como en su ámbito de consumo: me incomoda rebozarme en ella si estoy comiendo con mis compañeras de trabajo, que aún creen que soy una persona decente. Es más, si una mujer libremente se quiere despatarrar por dinero con ella vaya mi bendición, pero estas tonterías que no me la ponen ni morcillona camufladas de programa de actualidad, humor, o lo que sea, pues como que no. Porque Patricia Conde puede estar cañón y ser esto un aliciente, pero además tiene tablas, experiencia, soltura y vale para ello. Pero las otras dos están por lo que están, y el nivel actual de los guiones también dejan a las veteranas al mismo nivel.

Lo mismo pasa con Anna Simon en Cuatro. Pese a que tener una licenciatura en periodismo cada vez sirva para menos, el papel y los pispajos de guión que le dejan a esta chica son, como diría Rajoy, verdaderamente notables.

Ojo, que de algo hay que comer, y seguro que mal no les pagan. Es más, todo mi respeto por ellas: escribo esto como espectador que ve cómo su inteligencia es menospreciada en aras de su polla morena. Bastante tengo con media hora en todas las cadenas sobre prensa rosa deportiva, como para luego rematar el tópico con un desfile de minifaldas (sí: Paula Prendes en pelotas leyendo la metamorfósis de Kafka haría audiencia, pero leyendo el Marca ya lo petaría).

Que el sexo siempre ha vendido es obvio. No hay que estrujarse mucho la cabeza (aproveche esta oportunidad para hacer un jacarandoso doble sentido y siéntase como el autor) y es algo que nos gusta a todos. Y a todas. En cuanto a estímulo visual es inmediato y evidente, sobre todo en el caso de los hombres (esto cumple una función que revierte en vuestro beneficio, así que no nos despreciéis por ello, furibundas y queridas lectoras). Si la tele en vez de verse se comiese, nos venderían las cosas con salsa barbacoa... vale, y también con sexo. Pero esto no es óbice para abstraerse de todo lo que el noble arte de la publicidad exige (¡JA!) a la hora de conseguir un mensaje efectivo del Neolítico a esta parte. Yo mismo me declaro acérrimo fan de gran parte de la publicidad de AXE o de muchas cervezas argentinas (créanlo o no, no es el sexo su mayor baza).

Pero como siempre, hasta lo más hermoso se puede corromper. Al márgen del equívoco mensaje con el que se nos bombardea en esta sociedad absurda (no, no vas a poder fecundar a esa accesible y simpática hembra del anuncio de dentífrico por muchos tubos que compres, pero no dejes de lavarte los dientes por el bien de todos, por favor), llegar a temas de verdadera humillación y supresión de la personalidad por la imágen y el estereotipo como si fuesen lo más normal del mundo, resulta acojonante. A mí al menos, que creo que las arrugas son motivo de orgullo y no al contrario, me lo parece.

Quiero evitar usar el término "machismo" porque me da muy mal rollo. Hay gente muy mal follada y con muy poco sentido del humor por ahí, y se han mezclado muchas gilipolleces con problemas realmente gordos en una caja muy pequeña. El hedonismo mal entendido también puede ser un arma de destrucción masiva.

Creo que fue Illuminatus (tipo interesante al que igual un día reuno fuerzas suficientes como para enlazarlo junto a la tonelada de cosas que tengo que enlazar) quien, la otra noche, difundió este documental en twitter y me dejó con el culo torcidísimo. Lejos de querer dármelas de príncipe que va salvando la dignidad de cuántas doncellas le salgan al paso, me conformo con que fuese cualquier otro quien les repartiese una sábana de hostias a algunos de los protagonistas y responsables de este esperpento. Asómbrense, mediten y, por el bien de mi maltrecha vida sexual, no se dejen:




PD: Radicalmente off-topic, pero es el mejor anuncio que se ha hecho jamás de los jamases y he de compartirlo con el mundo, lo siento:

3 comentarios:

pseudosocióloga dijo...

Yo no me dejo, he optado por no mirarme al espejo, no ver la tele, no dejar que en mi casa entre la "Barbie", mi churumbel es más lista que guapa, y solo me interesan los hombres que ven "más allá".
De todos modos, hay una crisis de valores y la seguridad en uno mismo es algo difícil para el común de los mortales.
Los anuncios de la marca de mi coche son siempre buenísimos.

pilar dijo...

El anuncio buenísimo...lo demás "es lo que hay"...la única opción es no verlo y a lo mejor, si algún día la mayoría lo deja de ver, lo dejaran de echar...pero...tu crees?

Marta dijo...

Un gran documental, gracias por compartirlo.

Por supuesto, en seguida saltará el/la estúpido/a de turno que diga que esto lo defienden las mujeres feas.

Yo, sinceramente, no me considero nada fea, pero es increíble lo mal que puede hacerme sentir esta imagen que se vende de las mujeres.

Sin ir más lejos, hace dos días en mi trabajo me tocó dedicarme a buscar imágenes de "pit babes" (el que vea la F1 sabrá de qué hablo... y el que no seguro que también) y noté que, aunque ese día me había levantado muy contenta conmigo misma, mi autoestima bajó enteros en cuestión de minutos, haciéndome sentir fea, gorda, bajita... mi novio rápidamente me quitó la tontería diciéndome que esas son todas carcasas de plástico que sólo sirven para adornar, pero, lamentablemente, tenemos tan bien aprendido que esta imagen es la que hay que dar, la que gusta, la que se busca (¡aunque no siempre sea cierto!) que me sentí mal el resto del día.

Y es lo de siempre. Si no eres una de esas, por un lado te alegras, porque no eres una muñeca manipulada de plástico, pero por otro siempre alguien trata de hacerte sentir mal, diciendo que lo que tienes es envidia. Pues alguna la tendrá, pero yo no. Sin embargo, es inevitable que te juzguen por fuera. Es tan lamentable como cierto, y con esto se ha conseguido que también nos juzguemos nosotras a todas horas, siempre buscando el estar perfectas.

Afortunadamente los años me van quitando las tonterías de la cabeza, y me acepto mucho más y mejor por como soy, pero aún tengo mucho que cambiar.